PARA NADIE es un secreto que México es un país con alta dependencia comercial con China, pues a las empresas del país oriental les compramos unos 130 mil millones de dólares, mientras que los negocios de México le venden un poco más de 10 mil millones de dólares. En dos décadas los chinos han multiplicado por 30 sus ventas, mientras que los mexicanos apenas las hemos quintuplicado.
Sólo en 2023, la nueva ola de empresas chinas que salió con inversiones directas al extranjero, según cifras de su Ministerio de Comercio, creció 16 por ciento con más de 130 mil millones de dólares en capital líquido. Ya no es novedad que se están globalizando y van por la conquista de mercados, pero no todo ha sido de manera legal.
Por esa razón y muchas más, entre las que destacan acusaciones por prácticas desleales de comercio, como dumping y subsidios cruzados, tanto EU, como Canadá y los países de la Unión Europea impondrán más aranceles a las mercancías de China.
El pretexto ahora son los vehículos eléctricos provenientes de ese país. El gobierno de Washington ya se le fue a la yugular con la aplicación de una tasa del 102,5 por ciento que entrará en vigor este año; Canadá iniciará pronto una consulta popular sobre el tema para caminar en el mismo sentido, mientras que el gobierno de Beijing intenta convencer a la Comisión Europea sobre la eliminación de aranceles antes del 4 de julio próximo o aplicará respuestas similares.
Estamos en la antesala de atestiguar una de las más grandes guerras comerciales globales por el tema de los subsidios y la competencia, sobre todo porque a los chinos los acusan de beneficiarse con subsidios anticompetitivos y posicionarse en el mercado europeo a través de prácticas no sanas de comercio que incluso anularon la cuota de mercado de las empresas locales.
Más allá de las consultas o negociaciones, EU anunció el alza en los aranceles no sólo a los autos eléctricos, sino también al acero, baterías, semiconductores y otras mercancías.
Por eso llama la atención que Marcelo Ebrard, próximo secretario de Economía, subraye que México tiene una posibilidad importante para orientar inversiones en China y Europa y que para ello se pondrá de acuerdo con los miembros el TLCAN para saber qué rumbo se debe seguir en los tratados comerciales con el gigante asiático, sobre todo en materia de baterías para vehículos.
Dice Ebrard que una cosa es la importación de microprocesadores fabricados en China y otra estar en contra de cualquier producto fabricado en aquel país, lo cual afectaría a la competitividad en América del Norte.
No será nada fácil el trabajo Ebrard. Hay que señalar que los chinos le han sacado más canas a Raquel Buenrostro en esa dependencia que todos los problemas que afrontó a su llegada al SAT, donde su poder fue mayor e indiscutible.
Para Ebrard vienen presiones importantes de los socios comerciales con quienes tenemos acuerdos firmados, y que no aceptarán dudas, debilidad o vuelta de hoja. De esa manera, y sin envolvernos en la bandera, habrá que definir si seguimos o renunciamos; avanzamos o nos quedamos, o ratificamos y no invalidamos.
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EL PRÓXIMO jueves se dará a conocer el anuncio de política monetaria del Banco de México. Todos los expertos esperan que se mantendrá en 11.0 por ciento la tasa de fondeo, sobre todo porque repunto la inflación en la primera quincena de junio (4.78 por ciento) y persiste la infame alza de precios en México… ADEMÁS, se darán a conocer las cifras de crédito al consumo, la balanza comercial, el presupuesto federal y la tasa de desempleo al cierre de mayo.
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