Hospitalidad sin alma: una oportunidad para reconectar con el ADN emocional de los hoteles en México
Recientemente recorrí varios hoteles en una ciudad próspera de México. La oferta hotelera es abundante, pero algo me llamó la atención la ausencia de marcas de lujo y la presencia de propiedades que, lejos de inspirar, parecían resignadas.

Vi lavanderías expuestas desde el estacionamiento, blancos apilados en el suelo, lobbies oscuros con candelabros apagados por “ahorro”, bellboys distraídos en el teléfono, salas con tapicería desgastada; cojines y otros artículos decorativos con desgaste, puestos desordenadamente, y buffets generosos sin un solo comensal. ¿Cómo puede ser que estos detalles pasen desapercibidos para los equipos operativos, para los inversionistas y para los propios huéspedes?
¿Será que la ocupación se mantiene y eso basta? ¿Será que el público no exige más? ¿O será que hemos normalizado una hospitalidad sin alma, sin intención, sin narrativa?
En esta misma ciudad, tuve la oportunidad de conversar con el gerente de un nuevo hotel boutique. Compartió con apertura los retos que enfrenta: escasez de personal capacitado, baja ocupación entre semana y limitaciones operativas propias de una apertura reciente. Lo que me pareció revelador fue notar que, a pesar del entusiasmo, aún no se ha definido una visión clara que permita construir una marca auténtica y emocionalmente resonante.
Esta conversación me llevó a reflexionar sobre la oferta boutique en la ciudad: abundante en número, pero en muchos casos repetitiva en concepto. Varios hoteles parecen compartir una estética similar, sin una propuesta que realmente conecte o sobresalga. En un mercado tan competitivo, la diferenciación no se logra solo con diseño, sino con propósito, narrativa y sensibilidad.

Acompañar estos procesos desde una mirada externa puede abrir nuevas posibilidades. No se trata de señalar carencias, sino de reconocer que la construcción de marcas con alma requiere tiempo, intención y, en ocasiones, guía especializada.
Muchos hoteles operan bajo estándares funcionales: limpieza, rapidez, eficiencia. Pero han perdido de vista lo más importante: la experiencia emocional del huésped. La verdadera excelencia no se mide en estrellas, sino en memorias que perduran.
En mi práctica como consultor en hospitalidad emocional, he desarrollado una metodología que ayuda a los hoteles a reconectar con su esencia. La llamo: “Del ADN emocional a la excelencia operacional”
¿Qué es el ADN emocional de un hotel?

Es la esencia invisible que conecta la marca con el corazón del huésped. Refleja su historia, valores, entorno y propósito. Preguntas clave:
- ¿Qué emociones queremos despertar?
- ¿Qué recuerdos queremos dejar?
Calidad vs Conexión emocional
Calidad técnica | Conexión emocional |
Limpieza, rapidez, eficiencia | Recuerdos, vínculos, fidelidad |
SOPs y estándares | Rituales y gestos con alma |
Excelencia funcional | Coherencia emocional |
La personalización emocional no requiere grandes presupuestos. Observar más allá del comportamiento:
- Capacitar al equipo para leer/descubrir emociones
- Protocolos flexibles con empatía
Si el atributo de algún hotel fuera “intimidad”, ¿cómo se refleja en el diseño, el ritmo, el lenguaje? Cada valor emocional debe tener un reflejo operativo.
Cada SOP puede convertirse en un ritual de cuidado. La excelencia surge cuando todo está pensado para brindar una vivencia holística. En cada punto de contacto, el hotel debe distinguirse.
Quiero compartir con ustedes, amables lectores, una dinámica:
- Si tu hotel fuera una persona, ¿cómo sería?
- ¿Qué atributos emocionales lo definen?
- ¿Dónde hay disonancias entre lo que el hotel promete (a través de la página web, a través del departamento de ventas, a través de la narrativa que emana del propio hotel…) y la experiencia que el cliente tiene?

La verdadera excelencia no se mide en estrellas, sino en memorias que perduran.
México está listo para una nueva era de hospitalidad: una que honre el alma de cada propiedad, que transforme procesos en rituales, y que convierta cada estancia en una historia que el huésped querrá contar. Estas reflexiones surgen desde la observación puntual y el deseo de contribuir al crecimiento emocional y estratégico de la hospitalidad en México.
Estoy listo para acompañarlos en ese camino. Porque cuando un hotel reconecta con su ADN emocional, no hay otro destino posible que el éxito.
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